el calor está empezando a poner en evidencia las instalaciones de la ciudad y el sentido común.
El calor en exceso es como tres cubatas de más, como un último sexo de sobra por compasión, como una fiesta con demasiada gente que te da pereza, como una carta de despedida demasiado larga, como un aperitivo demasiado copioso, como un viaje demasiado largo en el que ya no te queda ropa limpia.
Es como una excusa mal elaborada y dicha a destiempo.
El calor en exceso solo se puede contrarrestar ad hoc: cuando ya lo tienes ahí, asfixiándote, asqueándote, mareándote (como la borrachera excesiva, el sexo sobrante, la fiesta aburrida, la carta echada al buzón, el empacho de frutos secos, los putos aeropuertos/estaciones con la misma ropa sucia). Debería haber un modo de poder defenderse del calor a priori.
El cáctus, por ahora, parece ser el único organismo que no ha perdido su estabilidad.