Friday, September 22, 2006



el desierto se cae al mar hacia un lado, y hacia otro se salpica sobre antiguas entrañas de volcán.
No se qué lado me desconsuela más.
Contar fragmentos de cosas es siempre consolador y calmante. Los fragmentos del desierto, sin embargo, son tan iguales que una parece estar contando sus desamores, tan iguales.
Este desierto me acoge como un regazo de abuela que huele a lavanda y a la que le tintinean las pulseras. Es caliente y alborotado. Mis pensamientos, como bacterias en charca tibia, se reproducen y crecen sobre la arena. Mientras mis manos intentan imitar la simetría de las ondas que jalea el viento.
Caliente y alborotado. Como las partes de tí que dan al mar o a tus entrañas, y en las que mis manos jalean y mi mente anida.

Sunday, September 17, 2006



En qué momento fumar pasó de ser el gesto maloliente del macho matón, la espesez pastosa del sabio con su pipa, el vicio común de las manos rugosas y los dientes negros…. a ser el gesto elegante de la mujer autónoma, la metáfora a medio descifrar de la vida mental ajetreada, la elección voluntaria con manos límpidas y dientes sempiternamente blancos. En qué momento fumar pasó a ser la imagen moderna y rebelde de El Pensador de Rodin.
Odio el olor a tabaco y el impaciente vacío mental que a veces se esconde tras el encendido repetido de cigarros.
Me agrada en extremo observar la mano dedicaída que sostiene un cigarro como sostendría una verdad a medias, y ver salir el humo como ideas disueltas sometidas a refutación constante.
Me entretiene jugar a verte borrosa contra fondos nítidos que a veces brillan, y que tu cigarro de antiguos cowboys huecos y seductoras virgenes vestales, sea como un revulsivo conceptual por el que te rehaces mentalmente antes de volver a mirarme.